El sonido de los motores de las motocicletas se escucha durante la noche, según relató María, una joven que trabaja en uno de los pocos comercios. Ernestina, otra habitante, lo confirmó al recordar que la comunidad era tranquila hasta hace pocos días.
“No queremos gente después de las nueve de la noche” fue la orden fulminante que corrió el sábado 29 de enero entre habitantes de la comunidad de Guadalupe de Rivera, perteneciente a Irapuato, quienes fueron así enterados de que debían circular entre toda la población ese “toque de queda”. Nadie se opuso. Después de esa hora desde el sábado pasado se escuchaban detonaciones de arma de fuego de alto calibre.
Con poco más de mil 500 habitantes, esta localidad se ubica a menos de 15 kilómetros de la cabecera municipal irapuatense.
Así fue como los nuevos “dueños” de la comunidad –hombres jóvenes armados en motocicleta– llegaron y ocuparon una vivienda a las orillas de Guadalupe de Rivera; se adueñaron del poblado, del rancho el Romeral y de la paz de los residentes. Los comercios comenzaron a cerrar a las ocho de la noche y después de la hora marcada sólo escuchaban el sonido de motocicletas en la que se transportaban los “mañosos” y los estruendos de las armas de fuego.
El secuestro del que era presa esta comunidad se conoció después que el viernes 4 se enfrentaron Sicarios y agentes de investigación criminal de la Fiscalía General de Guanajuato, luego de una persecución que terminó en la comunidad alrededor de las 9:10 horas. Tras el enfrentamiento, se conoció que un agente fue herido por las esquirlas, con lesiones que no ponen en peligro la vida.
Cuatro hombres y una mujer fueron detenidos. La Fiscalía informó que se aseguraron al menos dos vehículos y armas de varios calibres.
Antes de que se escucharan los disparos de este viernes por la mañana, comentaron vecinos, “pasaron cinco trocas de los ministeriales” persiguiendo a unos hombres en motocicleta que antes de atrincherarse en una casa dispararon a los agentes, quienes repelieron la agresión. El enfrentamiento duró varios minutos. “Muchos disparos se escucharon”, confirmaron habitantes de Guadalupe.
De acuerdo a la Fiscalía General de Guanajuato en su versión oficial sobre los hechos, los agentes realizaron un cateo en la casa donde detuvieron a cuatro hombres y una mujer con posesión de armas, drogas y vehículos robados. Los agentes fueron recibidos a balazos y un agente resultó herido no de gravedad.
En la finca, de al menos cuatro habitaciones y rodeada de malla ciclónica, también aseguraron equipo táctico. No se informó de la cantidad de drogas, armas y automóviles con reporte de robo que fueron recuperados.
LA PAZ PÉRDIDA
La tranquilidad en Guadalupe de Rivera se quebró gravemente el sábado 29 de enero de 2022.
Hombres armados a bordo de motocicletas que ya tenían algunos días pasando a todas horas por las calles detuvieron a varios jóvenes, a quienes amenazaron. Fueron los primeros a quienes advirtieron de un ‘toque de queda’, expresamente les hicieron saber que después de las 21:00 horas “no querían a nadie” en las calles. Además, les dieron indicaciones que avisaran a los habitantes.
Ese día y los días siguientes, nadie se opuso. La advertencia se tomó como orden y se regó como pólvora en la comunidad. Nadie preguntó más, explicaron algunos habitantes, que a duras penas soltaron algunas palabras por el miedo.
Después de las ocho de la noche de ese sábado, todos comenzaron a encerrarse en sus casas y a bajar las cortinas de las pocas tiendas de abarrotes y negocios que se encuentran en la comunidad, una de las localidades más pobladas en el municipio, ubicada al noroeste de la ciudad.
Hasta 2020 -según datos del Censo- Guadalupe de Rivera registró una población de mil 445 habitantes, con más de 358 viviendas. En su mayoría la habitan jóvenes de 15 hasta adultos de 58 años de edad; le siguen los niños de seis a 14 años y en tercer lugar están las personas adultas mayores de más de 60 años.
El sonido de los motores de las motocicletas se escuchaba durante la noche, según relató María, una joven que trabaja en uno de los pocos comercios. Ernestina, otra habitante, lo confirmó al recordar que la comunidad era tranquila hasta hace pocos días. El domingo 30 de enero “hubo una balacera con ciudadanos que no tenían nada que ver”. Nadie salió, no llegaron tampoco policías.
“Suponíamos que eran enfrentamientos” que noche tras noche de la última semana se escuchaban por el tronido de los disparos de arma de grueso calibre.
“Aquí estaban establecidos unos carajos, de los mañosos pues, se posesionaron de una casa. Sabe Dios de qué cártel, narcos” dijo José, otro vecino de la comunidad.
Era una situación que la gran mayoría sabía porque todos los habitantes en la comunidad se conocen al ser familias que han vivido en el lugar “de toda la vida”. Así que nadie preguntó nada.
El viernes 4 de febrero, como cada mañana, doña Juana se encontraba en su cocina haciendo el almuerzo; a las 9:30 escuchó muchas detonaciones de arma de fuego. “Me dolió la cabeza” dice la mujer, quien sufre de hipertensión y se alteró cuando se escucharon los disparos “tan cerca”. Sin saber qué estaba pasando, lo único que hicieron ella y sus familiares fue bajar la cortina del comercio que tienen y esperaron por más de una hora a que todo se calmara para poder salir.
Otra vecina confirmó, evidentemente nerviosa, que desde el sábado 29 de enero “es muy peligroso, ya da miedo salir”.
“Ahora son las nueve de la noche y ya no hay nadie en la calle… era muy tranquilo”.
Con información de SINEMBARGO