Por debajo de su sombrero de charro de pelo de liebre, sus largas patillas y bigote negro, asomaba siempre una barriguita parrandera. Vicente Fernández nunca se pareció a su ídolo, Pedro Infante: de cintura minúscula y estilizada. La esencia de la seducción que Chente supo explotar procedía de su concepto de virilidad: “Un mariachi o es guapo o es macho”. Y con esta premisa por bandera, tanto encima como fuera de las tablas, construyó su historia. No soportaba al que durante años compartía con él la herencia de la música ranchera —los únicos ídolos vivos entonces del género—Juan Gabriel, porque era homosexual y peor aún, amanerado. Tampoco dudó nunca en considerarse públicamente como un mujeriego y alardear de sus conquistas, aunque su esposa, María del Refugio Abarca, Cuca, lo esperara siempre en casa tratando de sostener los frágiles pilares de aquella familia. El secuestro de su hijo mayor y los vínculos con el cartel de Sinaloa del mediano son algunos de los episodios de la vida de Chente que desvela Olga Wornat en El último rey, la biografía no autorizada del máximo exponente de la música típica mexicana.
Elena Reina es redactora de la delegación de México de EL PAÍS desde 2014. En 2020
La autora argentina, que ha publicado otras biografías polémicas como la de Felipe el oscuro (Planeta, 2020) —sobre la vida del expresidente Felipe Calderón— o la de Marta Sahagún, La jefa (2003), esposa del expresidente Vicente Fox, decidió escribir sobre Fernández como un homenaje a su madre. El libro abarca desde el nacimiento del intérprete en una zona rural a las afueras de Guadalajara (Jalisco) el 17 de febrero de 1940, Huentintan El Alto, hasta la caída que sufrió en agosto a sus 81 años que le provocó un golpe en las cervicales, lastimándose la médula y dejándolo sin movilidad en brazos y piernas. Estos días se encuentra estable, en fase de recuperación.
La biografía de Wornat arranca con el que, según la autora, supone el momento más traumático de su vida, el secuestro de su hijo Vicente júnior de más de 121 días en 1998 y la posible participación en él del villano del libro, Gerardo Fernández.
Pregunta. ¿Por qué decidió hacer una biografía no autorizada? ¿Qué problemas le planteó hablar con la familia o con él?
Respuesta. Yo no tuve el aval de la familia, no porque me dijeran que no, sino porque yo quise dejar esto bien sentado: no es un cuento de hadas, no es una historia rosa. Teniendo en cuenta que Vicente Fernández es quizás la última leyenda de la canción mexicana, lo que quise contar era la historia del hombre. Quién estaba detrás de esa leyenda, detrás del ídolo de masas, que logró juntar en el Zócalo a mucha más gente que Shakira o cualquier otro grupo de rock. Y que cuando ibas a un recital suyo, aparecía ese gran machote mexicano, con botas, pistola al cinto. Fui muchas veces a Guadalajara, hablé con mucha gente cercana a él, todo el mundo lo conocía. Hablé con los músicos que trabajaron con él, cantantes… Entrevisté a muchísima gente. Cuando intenté entrevistar a la familia, que en este caso tienes que pasar por Gerardo Fernández, que es su hijo mediano, que le maneja desde hace tiempo sus negocios y es prácticamente su manager, por poco me tira el teléfono. Fue muy grosero. Yo ya había comenzado el capítulo del secuestro de Vicente júnior, el mayor.
P. En el libro desliza a un villano que no se termina de desarrollar. Insinúa que Gerardo tuvo relación directa con el cartel de Sinaloa.
R. Gerardo es un personaje que descubro mucho antes de comenzar el libro. En Guadalajara me decían: “Para llegar a Vicente, tienes que hablar con Gerardo. Pero ten cuidado porque Gerardo es peligroso”. Esa era la frase. Y, por otra parte, los cantantes y grupos cercanos tanto a Alejandro Fernández como al padre, le tenían temor. Y cuando accedo a fuentes internas de la familia, las cuales las tengo grabadas, ahí comienzo a descubrir el temor de Vicente júnior hacia su hermano del medio, el pánico que lo paralizaba. Sí, es el villano de la historia. Por el manejo muy particular de Gerardo del dinero de la familia, él manejaba su carrera y sus cuentas bancarias y esto genera todo un conflicto dentro de la familia. Además del manejo del rancho, del restaurante Los tres potrillos. Y desde hace muchos años comienzan las relaciones de Gerardo con el cartel de Sinaloa, con Nacho Coronel [conocido narcotraficante de Jalisco vinculado a dicho cartel], de quien era muy amigo y con quien se frecuentaba con mucha asiduidad.
P. ¿Qué certeza tiene de eso?
R. Lo tengo documentado con testimonios internos de la familia, porque la familia lo sabía. Y con testimonios externos. Que en México no significa una gran cosa, vamos a ser claros. Y menos en Jalisco. El Estado es tierra no solo del tequila y el mariachi, sino también es donde nace el cartel de Guadalajara. La historia no es una biografía de Gerardo, pero sí lo deslizo, y sí está ahí. Nacho Coronel cae abatido por el Ejército en 2010 en Jalisco en una época tremenda de la guerra contra el narco [de 2006 a 2012], pero todos los vecinos te lo cuentan, se veía mucho con Gerardo, iban al rancho o a comer. Nacho Coronel le compraba caballos. Es una relación casi natural, los carteles necesitan vincularse con lo popular, con los cantantes, lo hizo Pablo Escobar.
P. Sí, pero no vincula a Vicente Fernández directamente con el narco, ¿o sí estuvo relacionado?
R. Busqué, pero no hubo una sola persona que me lo confirmara. Pero que Chente sabía, sí sabía. Pero hizo la vista gorda. Cuando secuestran a Vicente júnior, cuentan varios testigos que, a través de Gerardo, el cartel de Sinaloa les ofreció asesinar a todos los secuestradores. Vicente se negó. Pero existe como una relación sinuosa, siempre al filo. El hijo de José Gonzalo Rodríguez Gacha, el jefe del cartel de Cali, cuenta en su libro que Vicente Fernández y Juan Gabriel fueron a cantar en un cumpleaños en Colombia. Y está el caso del cantante Joan Sebastian, que era íntimo de Vicente Fernández. Se visitaban en los ranchos y además Alejandro Fernández era como su ahijado. Pero él no solo tenía una investigación por narcotráfico, en su rancho se celebraban fiestas con menores de edad que secuestraban en Guatemala. Yo me pregunté: “¿Cómo Chente no podía saber esto?”. Quizás no lo quiso saber o no lo quiso mirar, no tengo la certeza porque justo él se enfermó y no le hice esa pregunta y nadie nunca se la hizo. Ni a él ni a Alejandro.
P. Menciona en su libro el lavado de dinero de la familia. ¿Hasta qué punto cree que estuvo involucrado Fernández?
R. La gira de despedida de Vicente Fernández fue muy traumática, sobre todo en su gira por España, donde llega a haber una investigación de la DEA y de la policía española por lavado de dinero. Eso quedó siempre ahí. Vicente dijo: “Yo no tengo nada que ver, yo no cobré”. Pero Gerardo depositó la gestión en un personaje muy turbio que se llama Andrés Barco, ligado al narco en Colombia, de Total Conciertos, especialista en lavado de dinero. Investigaron un desvío de cinco millones de dólares en la gira de España. Y después Gerardo lleva a Barco al rancho y termina Vicente como padrino de su hija. Eso ensució la gira de despedida de Chente. Es muy difícil creer que un personaje de su talla vaya a cantar y no cobre. En ese affair estuvo también involucrado Messi, con el mismo personaje, pero el padre de Messi admitió que habían lavado dinero.
P. Llega a insinuar que Gerardo tuvo que ver en el secuestro de su hermano mayor, Vicente.
R. Curiosamente hasta el día de hoy Vicente júnior sigue sospechando que su hermano Gerardo tuvo algo que ver con su secuestro. Es terrible esto. Se supone que por el dinero y por maldad. Por eso yo lo considero a Gerardo un psicópata, por todo lo que me comentó la familia. Una persona sin empatía, capaz de las peores cosas. Me costó mucho reconstruir el secuestro, es la primera vez que se cuenta con tanto detalle, porque hay secuestradores presos y todavía hay miedo. A Vicente júnior le cortaron dos dedos, vive todavía con estrés postraumático.
P. ¿Por qué Fernández continuó con sus giras durante esos 121 días de secuestro? También Alejandro.
R. Tenían que seguir dando conciertos, cuando había un secuestro, se mantenía casi en secreto. Y además porque fue una exigencia de los secuestradores de que siguieran actuando como si ahí nunca hubiera pasado nada o lo mataban. Además, necesitaban cash [los secuestradores llegaron a pedir 10 millones de dólares].
P. Menciona en el libro que Vicente no soportaba a Juan Gabriel, siendo ellos dos hasta la muerte del Divo de Juárez en 2016 los únicos exponentes vivos del género, ¿de dónde nacía ese odio?
R. Tiene que ver con las características personales de Vicente Fernández, también había mucho de competencia. Él no soportaba a Juan Gabriel, porque era gay y Chente era un hombre de otra época y tenía mucha cosa de homofobia, esto me lo confirma Javier Rivera, que fue representante de muchos artistas mexicanos que los llevaba de gira por Estados Unidos. Era un hombre cautivo de otra época.
P. Otro personaje secundario muy importante en su libro es la esposa de Vicente, María del Refugio Abarca, conocida como Cuca. ¿Qué significó Abarca para la vida del cantante?
R. Cuquita es el prototipo de la mujer mexicana. Para ella fue el primer novio, el primer amor. Se conocieron muy jóvenes, muy pobres y aguantó absolutamente todo en la vida de él. Aguantó la miseria más tremenda, le costó mucho tener a sus hijos, perdió a cuatro en el camino, y después cuando Vicente llega y triunfa, la típica: todas las mujeres del mundo. Y aguantó todas las infidelidades, todas. Las supo. A tal punto de que cuando él tiene este hijo extramatrimonial con esta larga relación con Patricia Rivera, actriz, Cuquita lo recibe en la casa y lo perdona. Y casi lo adopta como si fuera suyo. También es el prototipo de una mujer de otra época, cuando no tenían voz. Ella quiso estudiar, pero él no le dejó. Vivió con muchos dolores, y gran parte de los problemas de salud que tiene ahora son producto de los sufrimientos que tuvo con él, las humillaciones públicas con las amantes, porque todas eran públicas y además él lo contaba. Y después, los problemas con los hijos. Fue una mamá presente y eso contuvo a la familia.
P. Comenta en el prólogo que la biografía es también un homenaje a su madre, fan de Chente y de las rancheras, ¿cree que le hubiera gustado leer tantas sombras de su ídolo?
R. Es lo que ella hubiera querido leer. No hubiera querido una historia perfecta, rosa. Estas historias son las que de verdad existen.